lunes, 8 de febrero de 2016

La isla

Me enredo en los rizos de tu pelo
 y voy derrapando en cada curva
mientras crece el vértigo excitante
de saber que me esperan tus brazos
cuando termine su recorrido.
Ávalon existe en su cálido refugio
 y me abandono inerme y a salvo,
al despojarme de la prudencia
del dolor,
del mundo,
del tiempo,
para embriagarme de tu esencia,
  y así poder, confiada,
tan libre,
tan amada,
tan feliz,
ser la expresión certera que te pronuncia
en un grito silencioso
que se emociona
al desbordarse de amor sobre tu piel.

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